DIARIO DEL ALTOARAGÓN
Domingo, 01 de abril del 2012
Por J. Mariano Seral
POR TIERRAS DE LABATA
 
En el horizonte se dibujaba la silueta de la Sierra Guara luciendo sus tonalidades azuladas de la fría desnuda roca caliza, bajo la timidez del dorado sol del naciente mes de enero. La gélida mano invernal asía con firmeza el pincel, mas en la paleta de colores no hallaba el blanco níveo que engalanaba las altaneras cumbres, tampoco hallaba el verde esperanza del despertar de los sembrados, la pertinaz sequía sin piedad se los había arrebatado.
En la jornada de hoy establecemos como punto de partida la población de Panzano, localidad enclavada al pie de la Sierra Guara. Zona que ya conocemos de otras excursiones que hemos realizado por estos preciosos parajes, localidad que puede presumir de contar con un entorno de gran belleza.
Iniciamos nuestro caminar por una pista al sur de esta población en las proximidades de la Iglesia de San Pedro, dicha pista transcurre entre campos de labor y pequeños tozales tapizados de carrascas, cajicos y monte bajo, también podemos ver algún olivar, en una media hora aproximadamente llegamos a las inmediaciones de Labata, a mano derecha en un altozano permanecen en silencio los retos de la ermita de Sta. Cruz, entre monte bajo y alguna carrasca, nos acercamos hasta ella. De planta rectangular, el muro sur derruido, esquinazos de sillería, en alguno de ellos se aprecia esculpida la protectora cruz, paredes de mampostería, en su interior al este en el suelo una gran losa de piedra, en la zona central numerosos sillares, es visible también el arranque de un arco. Seguimos en nuestro caminar, tras bajar una fuerte pendiente arribamos al encajonado cauce del río Calcón, un panel direccional nos indica la poza de los Estaños, seguimos la senda que va paralela al río, en este tramo baja enclaustrado entre la estratificación del terreno, caminamos entre vegetación de ribera, podemos ver en los primeros tramos el terreno aterrazado y algún muro de piedra seca de las huertas que ocupan esta zona, hoy lloran la ausencia de la mano de su amo ya que permanecen yermas, en pocos minutos llegamos a un precioso rincón en el cual escuchamos el alegre murmullo de una pequeña cascada y deleitando a nuestro mirar una bonita badina de cristalinas aguas verde turquesa, entre pardos estratos de arenisca, sinceramente quedamos sorprendidos por la belleza de este arcano lienzo.
Volvemos a la pista principal la cual asciende con fuerte pendiente hasta llegar al caserío de Labata, en las riberas del río se aprecia el terreno abancalado con pequeñas fajas, hoy gran parte de ellas permanecen en abandono tomando tonalidades grisáceas. A mano derecha dejamos la Peña Mota, citamos algún fragmento de la mesa de interpretación: “Sirvió como defensa natural de Labata. En su cima se conservan restos de haber servido de base a muros”. Citamos a Adolfo Castán- Torres y castillos del AltoAragón: “es un peñasco de arenisca, con paredes escarpadas. En su cima se perfilaron entalladuras planas para recibir pared, en la base se excavó un covacho”. A mano izquierda se emplaza un cerro que según la mesa de interpretación es conocido como el Castillo, citamos: “Labata era más que un simple castillo. De documentos medievales se desprende la idea de que sus fortificaciones actuarían como ciudadela”. También en este lugar se observa un muro de sillares que son los restos de una iglesia románica. Realizamos un recorrido entre el caserío, pasamos por delante de la Carceleta, edificio de sillería de planta rectangular de dos plantas, puerta a altura junto a cuatro aspilleras. Citamos de nuevo a Adolfo Castán: “es una torre rectangular de 7,76 x 5,88 m y 1,52 de espesor natural”. Nos acercamos hasta la iglesia, dedicada a San Mateo del s XVIII, de sillería y torre de ladrillo, puerta de entrada adintelada, sobre la cual hay una hornacina vacía. Planta central cuadrada sin naves. A mano derecha dos piedras de moler olivas ornamentan un pequeño parque, unos metros más arriba se emplaza el Pozo Largo, excavado en roca, el agua que se acumulaba en él se utilizaba para moler las olivas en la almazara que se situaba donde hoy se emplaza el Salón Multiusos, nos narra un panel informativo.
Nos acercamos hasta la fuente, de dos caños bajo un arco, el agua discurre por el abrevadero hasta llegar al lavadero de planta cuadrada, un pequeño panel nos da información sobre el conjunto, citamos: “la fuente que vemos es fruto de una reconstrucción a imagen de la original. Conserva el arco peraltado sobre la altura del radio pero en la primera una moldura decoraba la rosca del arco”.
Seguimos dirección sur con la finalidad de acercarnos hasta la ermita de Santa Lucía, la pista transcurre entre campos de labor, carrascas y algún olivar, dicha ermita es de planta rectangular, de una sola nave de cuatro tramos, tejado de dos aguas que apoya sobre arcos apuntados de sillería, puerta de entrada al sur bajo arco de medio punto, contrafuertes en las paredes. Más al oeste se encuentra el crucero de Santa Lucía del cual sólo queda el fuste de piedra, encajado en un espolón de arenisca, rodeado por carrascas que dificulta su localización.
Tomamos una pista dirección este, transcurre entre campos de cereal, olivos y algún desperdigado almendro. Tras bajar una fuerte pendiente arribamos al río Formiga, nos acercamos hasta el azud de la Virgen del Río . Dicho azud cruza el cauce sin curvatura y presenta un perfil escalonado con la finalidad de tener una mayor base y soportar los embates de las aguas cuando el río baja enfurecido, también se han colocado escaleras de madera en el talud este para poder descender al cauce y de este modo poder realizar una observación más detallada de esta construcción. Leemos la mesa de interpretación próxima: “recibe su nombre de la ermita que había en este lugar, cuyos restos aún se pueden ver entre la vegetación. Este azud fue construido con losas de piedra de grandes dimensiones aprovechando una base de roca que había en este punto del río Formiga. Este azud permitía obtener agua a un molino que había en la orilla derecha.” Unos metros más arriba permanecen en el olvido los restos de un puente, por una senda podemos acceder hasta el cauce y observar los sillares entre la vegetación.
Un último vistazo al lienzo y retornamos a nuestra morada:
Tomamos asiento en un altozano,
a orillas del río Formiga,
escuchando su cristalina melodía,
por la batuta del azud dirigida,
por la badina enaltecida,
respirando aroma de agua bravía.
Formiga y Calcón se hermanan metros arriba,
a los ojos del puente desvanecido,
que la historia dejó en el olvido,
entre huertas yermas
emborronadas por la maleza,
perdieron el vivo colorido,
del rojo tomate y verde pimiento,
del dulce melón y jugosa sandía,
entre la alargada judía,
siempre en formación la hortaliza,
siguiendo las reglas de la geometría.
Caminos engullidos por el tictac
ante el caminante ausentado,
puente desmoronado,
entre la maleza mimetizado.
Retrato del pasado,
resuena el eco metálico del jadico,
en las manos encallecidas del hortelano.
Días de romería,
a la ermita de la Virgen del Río.
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