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DIARIO
DEL ALTOARAGÓN Domingo, 11 de Julio del 2010 |
Por J. Mariano
Seral |
POR
LA SIERRA DE BALCED: DE LAS ALMUNIAS A RODELLAR |
![]() En la N-240 una vez hemos rebasado la población de Angüés, permaneceremos atentos al desvío dirección Abiego, localidad por la cual pasamos en numerosas ocasiones en nuestras excursiones al parque de la Sierra de Guara, una visita de gran intereses en esta localidad son las huellas fósiles (haciendo un breve paréntesis en la excursión que nos disponemos a realizar en la jornada de hoy). El vial de acceso se encuentra en la salida del pueblo a mano derecha, esta debidamente señalizado, pasamos por alguna parcela de olivos y de floridos almendros, en la estación primaveral motean de blanco el campo y lo aromatizan con su fragancia a néctar, en un corto espacio de tiempo llegamos hasta dichas huellas que permanecen impresas en un estrato que perdió su posición horizontal. Varios paneles informativos nos narran con todo lujo de detalle, y esquemas como los animales se acercaban a beber al lago que ocupaba esta zona y dejaban impresas sus huellas en el lodo, posteriormente el blando barro con el paso de los siglos se transformaría en dura roca arenisca, los movimientos tectónicos harían que la estratificación del terreno se plegase y se inclinase. Según la mesa de interpretación estas huellas pertenecen a anoplotherium y entelodon. ![]() Tras este breve inciso reanudamos nuestro viaje, tomamos el desvío dirección Bierge, localidad en la cual seguimos por el vial que nos indica Rodellar. En pocos minutos llegamos a Las Almunias de Rodellar a 700 metros de altitud, un cartel a la entrada del pueblo reza la siguiente inscripción: “la Iglesia parroquial del S XVII”. Estacionamos nuestro vehículo en el aparcamiento de dicha localidad. Retrocedemos a pie unos 200 metros por el vial por el cual hemos arribado, tomamos una senda a mano izquierda, un panel informativo ilustrado con un croquis y el perfil de la trayectoria que vamos a recorrer nos da abundante información de la Sierra de Balced y de Sevil, también nos narra que la senda discurre por antiguos caminos utilizados por los carboneros entorno a la década de 1940. Vamos ascendiendo por la ladera, en los primeros tramos la senda bordeada por muros de piedra seca y algún olivar cuyos troncos se funden en el hostil abrazo del olvido con las zarzas, a mano izquierda pasando desapercibido se mimetiza entre la tupida vegetación un silenciado arnal, el tejado semiderruido , ya no se escucha el alegre zumbido de las abejas en su ir y venir en busca del dulce néctar. Nos adentramos en un pinar, vamos ganando altitud, hecho que nos invita a mirar de vez en cuando hacia atrás y observar el paisaje en el cual toma protagonismo el pequeño valle de Las Almunias y Rodellar. Llegamos a la pista, varios paneles nos indican las diferentes rutas que podemos seguir: dirección este el Tranco de las Olas en el Río Isuala y Radiquero, sendero muy cuidad y señalizado, recorrido de gran belleza, en especial el tramo que baja al cañón, ruta que ya hemos realizado en alguna ocasión, excursión a la cual hay que dedicarle una ![]() Para nuestra sorpresa a mano derecha podemos observar los muros de una pequeña construcción de grisácea mampostería caliza irregular, de planta cuadrada, puerta de entrada por el sur, el tejado con el paso de los años se fue desvaneciendo. La pista pasa a ser senda entre canchales, nos detenemos durante unos minutos para observar el paisaje de sur a norte, nuestra mirada se aferra a los acantilados de la Peonera una vez que logramos salir divisamos la pétrea lengua del castillo de Naya, San Saturnino, las verdes teselas de trazado irregular de las Almunias y Pedruel que componen el mosaico del paisaje agrícola surcado por las cristalinas aguas del Alcanadre, más al norte Rodellar y como telón de fondo, el calizo muro entre el Cabezo de Guara y la Sierra de Lupera cincelado por el río mencionado anteriormente. También se asoma tímidamente Cubilars. Arribamos a un fornido cajico, le hacemos varios retratos, su longevo tronco que escapo al filo del hacha del carbonero recubierto por una verde cutícula de musgo, por uno de sus camales dejo de correr la savia, dicho camal termino por secarse y los embates del viento lo fracturaron, el tullido cajico exhibe con orgullo su longevidad al caminante. Les pedimos un esfuerzo más a nuestras piernas y llegamos a las crestas de la Sierra a 1.300 metros de altitud, nos acercamos al acantilado entre erizón y buchos, la panorámica es preciosa, el río Isuala ha cincelado un cañón en el cual se intercalan el gris azulado con alguna ![]() ![]() Sierra de Balced, sierra de antiguos oficios pasando del sofocante fuego de las caveras al gélido hielo de los pozos de nieve, sierra tapizada de verde del erizón, teñida de verde de las encinas, coloreada de verde del boj, sierra que dio sustento al carbonero, sierra que dio pastos a los rebaños, sierra que contribuyo al comercio de la nieve, sierra que canaliza las cristalinas aguas del Isuala, sierra que por la vertiente este saluda al Isuala y por el oeste al Alcanadre, sierra bondadosa que reparte sus aguas entre las dos cuencas. Articulo en pdf: POR LA SIERRA DE BALCED |
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