DE AYERA A ALMUNIA DEL ROMERAL
 
 
 
 

Saliendo desde Huesca en la N-240 a la altura del Estrecho Quinto tomamos el desvío dirección Bandaliés, una vez que hemos rebasado esta localidad cogemos el vial que nos deja en Ayera. Amplias llanuras a diferentes niveles salpicadas por tozales, parcelas de tierras fértiles doradas del rastrajo del cereal, que se van tornando en marrón conforme son aradas, en su conjunto un mosaico de teselas de tamaño irregular, las carrascas y la maleza van marcando el contorno de cada una de las piezas.
En la entrada de esta población la fachada de una de las viviendas pide visualmente que le prestemos atención: gran zócalo y cadenas de sillería, puerta de entrada bajo arco de medio punto, dovelas de gran longitud, escudo con la inscripción: armas de los Ciria, balcones sobre canes.



   

Tomamos una pista que se dirige al noroeste con la finalidad de visitar la ermita de San Fertús, está a mitad de camino entre Ayera y Sasa del Abadiado, dicha pista transcurre entre parcelas de rastrojo, algunas de ellas ya labradas con buena huebra, al haber diversas bifurcaciones cuesta dar con el camino bueno, finalmente llegamos a la ermita, según la mesa de interpretación emplazada en la entrada del pueblo:” Del siglo XVIII edificada sobre una anterior románica del siglo XII” .

 

   

Planta rectangular, de sillería, en la pared sur llaman la atención dos canes, puerta de entrada al oeste bajo arco de medio punto con guardapolvo, arranca sobre imposta, en la pared norte hay un sillar de grandes dimensiones con un pequeño orificio. La pared este con el paso del tiempo se va resquebrajando, hay un pequeño ventanal, el muro con orientación al sur está semiderruido, varios sillares se acumulan en el entorno próximo. El tejado no ha podido resistir el paso del tiempo, de el quedan tres arcos apuntados, el interior esta completamente invadido por la maleza: higueras, zarzas, etc..

   

Volvemos de nuevo al pueblo y con el objeto de visitar la ermita de San Esteban tomamos un camino dirección este, dicha ermita se emplaza en un tozal sobre un estrato de arenisca, la estratificación inferior de tierras arcillosas, es desgastada por la pertinaz erosión, socavando la base de sustentación del estrato de arenisca, que termina por ceder desprendiéndose grandes bloques que se van acumulando por el entorno próximo, a esta acción también contribuyen las carrascas que rodean el tozal, echando sus raíces en cualquier fisura actuando de cuña. En la vertiente este se aprecian unas oquedades cinceladas en la roca con la finalidad de construir silos, aunque la erosión los ha seccionado.

   

Subimos a la ermita, todo su perímetro esta rodeado de sepulcros tallados en piedra, uno de ellos es de escasas dimensiones, orientados hacia levante, “se trata de un cementerio medieval excavado en roca” (Bizen D’o Rio). La ermita es de planta rectangular, paredes de sillarejo, en las esquinas sillares, en la pared este dos carrascas brotan de la pared, entrada bajo arco de medio punto, jambas de sillería, branquil, el tejado no ha podido resistir el paso del tiempo, en su interior destacan varios arcos apuntados que arrancan desde el suelo.

   

La Piedra de los Moros, completamente rodeada por un carrascal, la primera de las rocas se tallo buscando la forma de un falo, el conjunto del bloque esta completamente horadado, pequeñas oquedades que se comunican unas con otras. El macizo por la vertiente oeste se ha resquebrajado, las carrascas también echan raíces en cualquier fisura incluso en el interior de alguna de estas oquedades. Piedra de los Moros ver detalle

   

Justo enfrente de la población de Almunia del Romeral, vamos descendiendo por este vial de acceso restringido para los vehículos, divisamos el caserío que conforma la población, destacando la Iglesia, verdes campos de olivos, dorados rastrojos, rojizas huebras, y tintes verdes oscuros de carrascas dan un variado colorido al paisaje surcado por las cristalinas aguas del Guatizalema, que como en todo río dan vida allí por donde pasan.

   

Unos metros más arriba el elemento liquido se remansa en una pequeña represa para luego ser engullido por la roca, cogiendo gran velocidad por el pronunciado desnivel . Los ríos en sus primeros años de vida marcan el trazado de su cauce por los materiales más blandos, y empiezan a cincelar, cuando han decidido por donde van a pasar sus aguas, continúan excavando (en la parte alta del río) año tras año, avenida tras avenida, si encuentran una roca cuya dureza no permite el desgaste y no pueden esquivarla se producen saltos de agua, allí queda esta lucha natural cuerpo a cuerpo entre la dureza de la noble roca y la bravura de las aguas.

   

Una senda sube río arriba, la seguimos durante unos metros permitiéndonos observar la belleza del paisaje, toda una obra escultórica, para contemplarla con detenimiento, escucharla y apreciar sus aromas.

   

Oquedad tallada en roca para colocar la prensa.

 
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ww.marianoseral.com j. Mariano Seral