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Cuando
salimos al campo podemos ver vestigios de un pasado en
cierto modo no muy lejano, en algunos de los caminos todavía
podemos ver muros de piedra seca, los cuales cumplían
una función de protección de los sembrados
frente al paso de los rebaños de ganado, muchos
de estos muros han desaparecido ya que con la aparición
de los tractores fue necesario dar una mayor anchura a
los caminos. En otros puntos encontramos pequeñas
balsas que se utilizaban para regar algún huerto,
la imagen de la izquierda pertenece a la pared de mampostería
unida por argamasa de una balsa de planta rectangular,
(próxima al puente de la tejería). |
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También
en otros puntos encontramos pequeñas casetas
que se utilizaban para resguardarse de las inclemencias
del tiempo o improvisar pequeños pesebres para
las caballerías, como la que esta situada camino
del Monte Alto: construcción de mampuestos dispuestos
en hileras regulares, en la zona este de esta construcción
también se utilizo el tapial, de planta rectangular
con una ligera pendiente hacia el sur, el tejado de
una caída, puerta de acceso por el sur. |
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En
el Monte Alto nos acercamos hasta una pequeña
construcción de planta rectangular, de mampuestos
dispuestos en hileras regulares. La puerta de acceso
esta por la vertiente sur, quedando así al resguardo
del cierzo tan persistente en algunas ocasiones. El
tejado de una caída..
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Nos
llama la atención uno de los elementos que conforman
una de las esquinas, esta perfectamente tallado, como
si hubiese pertenecido a un edificio de perfecta sillería
en otros tiempos. |
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En
su interior un pequeño pesebre permanece como testimonio,
de la historia escrita en los libros que en muchas ocasiones
la leemos o nos la explican y nos resulta un hecho tan
lejano, pero el verlo en primera persona nos resulta más
fácil retroceder unos años y recordar que
estas tierras eran labradas por caballerías, tarea
que resultaba más ardua y dificultosa.
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Ya
en el pueblo, en una de las paredes del Campo Santo
entre los mampuestos de la pared oeste (parte exterior)
se mimetiza un sillar, que perteneció a otra
construcción y se reutilizó.
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