J. MARIANO SERAL
 
 
DEL MULO AL TRACTOR UN PEQUEÑO PASO
     
 
La generación que trabaja actualmente el campo ha visto como mejoran día a día la maquinaria, como surgen tractores cada vez más potentes, con mayores comodidades, pero ha sido la generación anterior quien vio como se pasaba del mulo al tractor de la hoz a la cosechadora, del fendejo a la empacadora del jadico al motocultor, de la estraleta al motosierra.
Muchos son los cambios que ha habido en la agricultura, el arado de la tierra se realizaba con bueyes, y con mulos, estos últimos hacia que la labor fuese más rápida.
Las mulas era el medio de tracción y que había que cuidar, en tiempo de labranza había que darles de comer un par de veces por la noche para que repusiesen fuerzas, durante el día cuando se estaba lejos de casa se improvisaban pequeños pesebres en el campo.
El arado del campo se realizaba con el arado romano, luego la aparición del rusar fue un gran avance. La tierra se dejaba descansar un año, y era para abril y mayo cuando se realizaba la tarea del arado. Como abono se utilizaba el estiércol tanto de las ovejas como de las caballerías y los restos de la maleza que resultaban de limpiar acequias márgenes que se dejaban secar luego se cubrían con tierra y después se prendía fuego. La siembra se realizaba entre finales de septiembre octubre y noviembre, se atablaba la tierra para deshacer los torrocos luego se sembraba a voleo, a continuación se pasaba la grada y nuevamente el tablón. Junto a la buena semilla también surgían las malas hierbas, que había que arrancar a golpe de jadico había que escardar.
Cuando llegaba el verano y el cereal estaba seco se comenzaba la siega, con hoz y zoqueta, esta última herramienta servía para proteger la mano de la hoz, con la mies segada se hacían gavillas y con seis o siete gavillas se hacía un fajo. Estos fajos eran transportados a la era en la caballería o en carros, para la trilla, primero había que rollar la era para endurecer la tierra del suelo. Para separar el grano de la paja se enganchaba el trillo a la caballería y se daba vueltas sobre la mies, de vez en cuando había que darle vuelta, una vez que el grano se había soltado se procedía al aventado que había que hacerlo en días de viento con una forca se lanzaba al aire la paja que también contenía granos de cereal el viento arrastraba unos metros la paja y el cereal se quedaba a los pies.

 
 
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