Hoy
iniciamos nuestra andadura en tierras de Morrano, población a
la cual se accede por la carretera A-1227. Siempre que arribamos a dicha
localidad dedicamos unos minutos a la contemplación de la Iglesia
de San Pedro de estilo románico, con su torre de ventanas geminadas
y su cuerpo superior de ladrillo trazando geometrismos que le dan un
bello aire mudéjar.
Tomamos rumbo sur por una pista que transita por la vertiente este del
tozal de San Cristóbal, internándose entre dorados campos
de cereal, verdes almendros y algún olivar, en el tozal de Castil
de Moros destaca desde su posición altanera la ermita de Santa
Quiteria. Dejaremos a mano izquierda la bonita localidad de San Román,
la pista pasa a ser senda y baja entre monte bajo hasta el lecho del
cauce del río Formiga. Unos metros más arriba se encuentra
el azud de la Virgen del Río que ha sido restaurado recientemente.
Dicho azud cruza el cauce sin curvatura y presenta un perfil escalonado
con la finalidad de tener una mayor base y soportar los embates de las
aguas cuando el río baja enfurecido, también se han colocado
escaleras de madera en el talud este para poder descender al cauce y
de este modo poder realizar una observación más detallada
de esta construcción. Miramos en el plano y vemos que en la margen
oeste se emplazan las ruinas de la ermita de la Virgen del Río,
nos acercamos y sí que podemos observar entre la vegetación
algún sillar.
Cauce arriba se unen los ríos de Calcón y Formiga.
A pesar de estar a final de junio el río lleva cierto caudal
de agua, por lo cual para vadearlo nos vemos obligados a descalzamos,
continuamos por la pista que va ascendiendo dirección oeste,
a mano izquierda apreciamos los restos de una construcción de
tapial sillería y algún pilar también de sillería,
así como la acequia que llevaba el agua hasta este lugar desde
el azud, este edificio en sus tiempos fue una central eléctrica.
Dedicamos unos minutos a la geología, los estratos de arenisca
que perdieron su posición horizontal se combinan con los de tierras
arcillosas dando lugar a algún pequeño crestón
rompiendo de este modo la horizontalidad de la estratificación.
En pocos minutos llegamos a Sieso de Huesca, nos detenemos para contemplar
una fuente con su abrevadero y lavadero, presenta un aspecto remozado.
Leemos un pequeño panel informativo que la acompaña: “Aunque
fue reconstruida en 1917, tal y como indica la fecha de su frontal,
la fuente de Sieso existía ya mucho antes. Cuando tocó
rehacerla se optó por un modelo de inspiración renacentista,
con un arco rebajado sostenido por pilastras decoradas con una moldura
saliente o imposta”.
Realizamos
un breve recorrido por la población de Sieso destacando su arquitectura
civil de siglo XVII-XIX, según el panel informativo que hay a
la entrada del pueblo algunas casas siguen las directivas del renacimiento
aragonés, como casa Laguarta, del siglo XVI, o casa San Román
del siglo XVIII. Podemos admirar puertas bajo arco de medio punto de
grandes dovelas, puertas adinteladas con bonitos motivos decorativos
tanto en las jambas como en el dintel, zócalos de sillería,
también podemos ver alguna pared de adobe. Destaca la iglesia
dedicada a San Martín de estilo románico. Citamos a Adolfo
Castán Lugares del Alto Aragón: “es obra románica
del s. XII, muy modificada a lo largo de los ss XVI-XVII, una de las
capillas fue comenzada por el maestro Pedro Barriach y terminada por
Juan Valen en 1602”. Citamos a José Luis Aramendía
– El románico en Aragón: “De planta románica,
presenta numerosos añadidos de ladrillo y recrecimientos de muros.
La puerta de acceso flanqueada por dos columnas platerescas que soportan
un arquitrabe, sobre el cuál una hornacina contiene un Cristo”.
En la torre destacan sus ventanas geminadas, así como su cuerpo
superior de ladrillo con influencias mudéjares.
Tomamos rumbo oeste con la intención de acercarnos a la ermita
de Nuestra Señora de los Olivares, la cual se emplaza en las
proximidades del pueblo anexa al camposanto. Pronto damos con su ubicación
al estar junto a varios verdes cipreses que se estiran buscando su permanente
unión con el cielo. La ermita es de planta rectangular tejado
de dos aguas, muros de buena sillería, cinco contrafuertes en
el muro sur. Citamos de nuevo a Adolfo Castán: “con extraña
cabecera tripartita de testero plano s XVI”. Citamos a Julio Alvira
en un artículo que publico en el Diario del AltoAragón
28/05/06: “con arcos apuntados que nacen casi en el suelo. Manuel
Benito la incluye en una serie de artículos que publicó
sobre estos edificios, que encuadra como gótico primitivo rural”.
En su entorno próximo el verde de los olivos y alguna reducida
viña se conjugan con el dorado del rastrojo del cereal en el
lenguaje visual del mosaico agrícola.
Tomamos una pista unos metros más al este con la finalidad de
arribar a la Iglesia de San Miguel de Foces
en Ibieca, la pista está en muy buenas condiciones los primeros
tramos, el firme está engravillado, la ruta transcurre entre
parcelas dedicadas al cultivo del cereal y pequeños tozales tapizados
por el verde oscuro de las encinas, alguna de ellas destaca por su gran
porte.
Durante el trayecto nos fijamos en varios estratos de roca arenisca,
en uno de ellos se aprecian impresas las huellas de las rodadas de los
carros, también nos llama la atención un sillar cúbico
con una oquedad cilíndrica en su parte superior para encajar
un fuste. Tras andar unos cuatro kilómetros y medio desde Sieso
un panel direccional nos indica hacia el norte Ibieca, hacia el oeste
Iglesia de San Miguel de Foces, sabedores que estamos en las cercanías
de la Iglesia, nuestra ávida mirada busca en los alrededores,
pero solamente vemos dorado del rastrojo y verde de las carrascas entre
pequeños tozales, avanzamos unos metros más y nos tenemos
que detener para admirar como aflora la majestuosidad del edificio de
la Iglesia en el agreste campo, como si fuese un oasis en el desierto,
en la distancia destaca el voluminoso conjunto amarrado por contrafuertes,
nos acercamos hasta el enclave, observando sus muros de buena sillería
con sus arcos apuntados cegados, la puerta de entrada bajo arco de medio
punto con sus arquivoltas y tímpano. Varias mesas de interpretación
nos dan
abundante información, citamos a continuación algunos
fragmentos: “Son destacables sus pinturas murales de estilo gótico.
Templo dedicado al arcángel San Miguel, construido en la época
de transición del románico al gótico, fue fundado
por Don Ximeno de Foces en 1249 como panteón familiar. La iglesia
presenta una planta de cruz latina”. También hay un panel
informativo que nos habla sobre las excavaciones arqueológicas
que se llevaron a cabo en julio de 2005 y en febrero y marzo de 2006.
Otro panel recoge las numerosas firmas de los canteros que podemos ver
grabadas en los sillares. Dedicamos unos minutos más a contemplar
el edificio y regresamos.
Entre dorado cereal,/
entre tozal y tozal,/
se erige una construcción colosal,/
la Iglesia de Foces se denomina,/
sus muros de recio sillar,/
canes decorados,/
arcos adornados,/
capiteles historiados,/
de severos animales,/
de fríos vegetales,/
en su interior murales,/
ángeles y santos,/
Jesús crucificado,/
entre el sepulcro,/
pintó el pincel con trazo pulcro./
En su interior se escucha una melodía,/
cantan los moradores de Ibieca con alegría,/
en sus corazones notas de melancolía./
En la tarde mortecina,/
destaca la sillería,/
entre la dorada espiga,/
en medio de la campiña,/
entre los cárdenos arreboles,/
entre largas sombras de los árboles./
Ver artículo pág1,
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