DIARIO DEL ALTOARAGÓN
Domingo, 05 de junio del 2011
Por J. Mariano Seral
DEL SALTO DE ROLDÁN AL DOLMÉN DE BELSUÉ
 
En la jornada de hoy encaminaremos nuestros pasos a orillas del río Flumen, disfrutaremos de la belleza de los acantilados entre las peñas de Sen y Amán, de la vegetación que se aviva con las aguas mil de abril saliendo del letargo invernal, cruzaremos pequeños arroyos hasta llegar al dolmen de Belsué. Historias y leyendas se respiran en el ambiente, cada vez que giramos nuestra testa la imaginación recrea la leyenda de Roldán con su corcel que salto de una peña a otra.
Salimos de Huesca, por la carretera de Apiés, tras pasar esta población en pocos minutos llegamos a un desvío que nos llevará hasta el Salto de Roldán, dejando a mano izquierda la población de Sabayés. En más de una ocasión hemos circulado por este vial y nuestra atención siempre se ha fijado en la torre almenada de la iglesia de dicha población, hoy antes de iniciar nuestra excursión nos detenemos para hacerle una breve visita. La iglesia de Sabayés se erige sobre un altozano, está dedicada a San Andrés, desde la distancia destaca su altanera torre almenada de sillería, citamos algún fragmento de la mesa de interpretación próxima: “Al exterior se divide en cinco cuerpos divididos por líneas de imposta que marcan las diferentes alturas. Su enclave estratégico, sus potentes muros y la existencia de ventanas en derrame propias de los puestos defensivos nos revelan que es una torre campanario defensiva.”. Citamos a Adolfo Castán- Torres y castillos del AltoAragón:” La última planta es la más interesante, dando la verdadera dimensión de la corpulenta torre, pues guarda media docena de aspilleras defensivas para armas de fuego”. Tras esta breve visita reemprendemos nuestra ruta por la carretera que da acceso a Santa Eulalia de la Peña, población que dejamos a mano izquierda, nosotros continuamos dirección noreste por un angosto vial cuya amplitud permite el paso de un único vehículo, en alguna ocasión si baja algún turismo en sentido contrarío hay que retroceder unos metros para dejar paso, en pocos minutos arribamos a la explanada del Salto del Roldán, enclave en el cual se ha habilitado un espacio como aparcamiento. Dedicamos unos minutos a contemplar las pétreas moles rocosas, las cuales podremos ir observándolas desde diferentes perspectivas a lo largo de toda nuestra ruta simplemente girando nuestra testa.
En toda excursión que realicemos siempre es imprescindible llevar la indumentaria adecuada, agua, móvil, mapa, ser conscientes de nuestras condiciones físicas, predicciones meteorológicas, etc, dicho esto nos calzamos las botas y nos echamos una vez más la mochila a la espalda y encaminamos nuestros pasos por la pista dirección norte. Entre la vegetación destacan las pinceladas amarillas de las aliagas, el romero con su flor azul claro entre las cuales revolotean las incansables abejas con su sordo zumbido, coscollera, buchos, monte bajo, dando colorido al lienzo. En el desmonte oeste de la pista destaca una pequeña oquedad en la ladera, cerrada con mampostería permitiendo guarecerse de las inclemencias del tiempo. Llegamos al mirador del Salto del Roldán, espacio habilitado para observar la belleza de esta formación rocosa, la explanada cuenta con varios bancos para tomar asiento y contemplar esta escultura de fino cincel de la mano de la naturaleza, así como de una mesa de interpretación que nos da información de los relieves de la zona, estando además adaptada para las personas con deficiencia visual, el texto está también en lenguaje braille, dicha mesa nos da la ubicación del pico de Mediodía, peña Amán, peña El Fraile, peña Sen, también nos aporta los nombre de alguna de las aves que habitan en los vertiginosos acantilados: buitre leonardo, alimoche, cernicalo, chova piquirroja. Desde este enclave nos ofrece una nueva perspectiva, sobre todo de la peña El Fraile, de los muros de la construcción que se emplazan en la peña Sen, citamos la mesa de interpretación que hay en la base del macizo rocoso: “en dicha peña se emplazan las ruinas románicas del castillo de Sen, con origen musulmán, donde perduran los restos de varios aljibes excavados en la roca, torreones defensivos y una pequeña capilla de notable sillería del siglo XI.”. Citamos a José Luis Aramendía – El románico en Aragón: “la arruinada capilla iglesia del castillo, levantada con buena piedra sillar, de nave rectangular y ábside semicircular orientado al este”. Tras observar los acantilados del Salto de Roldán, con su colorido grisáceo con alguna pincelada rojiza, contrastando con el verde de las carrascas que tapizan las laderas que chocan con las peñas, proseguimos en nuestro caminar, por el norte destaca el pico del Águila, inconfundible por las antenas que se erigen sobre él. Dejamos la pista principal y cogemos un ramal a mano derecha, unos metros más abajo un hito de piedras señaliza el inicio de una senda que seguimos, se adentra en un frondoso pinar creándose zonas de umbría, permitiendo al musgo embellecer la superficie aterciopelándola. Cruzamos un pequeño barranco seco y cambiamos a vertiente sur conformada por tierras arcillosas de exigua fertilidad mermándose la vegetación compuesta de aliagas, coscollera y monte bajo, observamos desde nuestra posición por el oeste los picos de Galicanta lugar donde se emplazan los pozos de nieve de Paco la Pinosa. Cruzamos un arroyo que baja del pico Piacuto que lleva cierto caudal de agua, en sus proximidades una pequeña caseta de mampostería y el terreno colindante aterrazado con algún muro de piedra seca. La maleza invade alguna de las pequeñas fajas que tiempo atrás denotan que fueron cultivadas y regadas con el agua de este barranco. Seguimos por la senda que va ascendiendo dirección noreste, va apareciendo entre la vegetación también alguna carrasca hasta que llegamos al dolmen del Belsué, una mesa de interpretación nos da información sobre este tipo de enterramientos, citamos: “es un megalito funerario del neolítico que demuestra la antigüedad de los asentamientos humanos en este entorno”. El dolmen esta deteriorado, se conserva la losa vertical sur, faltando la de la vertiente norte, motivo por el cual la losa superior perdió su posición horizontal, quedando inclinada sobre la que resta en pie. El entorno esta rodeado de frondosas carrascas. Si nos sentimos con fuerzas podemos seguir por la senda que transcurre entre las encinas, y laderas abancaladas hoy invadida por la maleza, también es visible alguna paridera, siguiendo dirección norte llegaremos al embalse de Cienfuens y unos metros más arriba el de Belsué. La senda vuelve a ser pista a los pies del vertiginoso acantilado, en época de escalada podremos ver multitud de escaladores encaramados en la roca. En esta zona se localiza la Cueva del Toro, en la cual se encontró cerámica paleocristiana e hispanovisigoda. También más al norte se sitúa la Cueva Artica, su entrada es una grieta en las entrañas de la tierra. Al este la Sierra de Gabardiella.
Es hora de regresar a casa, nos llevamos el recuerdo del paisaje, entre el verde de las carrascas, amarillo de las aliagas, azul del romero, el grisáceo de los acantilados de Cienfuens, bajo el arrullo de las aguas, nos llevamos el retrato del Flumen, la imagen de las peñas de Amán y Sen con sus vertiginosos acantilados, que exhalan historia y leyenda.
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ww.marianoseral.com j. Mariano Seral